Al hacer un análisis de la evolución de las modalidades Educativas a través del tiempo, nos damos cuenta que nunca ha sido estática siempre ha tenido múltiples cambios, y la sociedad se ha visto altamente influenciada por esto.
En un principio para los procesos educativos no se requería un espacio específico, enseguida la instrucción laboral se desarrolla en talleres y está a cargo de un maestro. Se le comienza a dar importancia a este título de gran índole, y se conforma un pequeño grupo “ilustrado” que su deber es concentrar el saber y guardar la memoria de la colectividad, lo que le otorga poder sobre los demás.
Enseguida ocurre un invento que cambia por completo a la sociedad: el arribo de la imprenta. Da la posibilidad de impactar a una población mayor con la producción, difusión y consumo del conocimiento, haciendo crecer el número de escritores y la necesidad de lectores. De este crecimiento para facilitar el conocimiento, surge la necesidad de crear lugares y espacios con el fin de enseñar: escuelas, liceos y universidades.
Entonces nos ponemos a reflexionar como sucedió que el primer conocimiento sobre algún oficio logró pasar a una educación unidireccional en alguna escuela tradicional. Es decir como la educación informal, abierta o flexible que se basa en oficios pasados de abuelos a padres y de padres a hijos, por ejemplo el papel picado a mano, artesanías pintadas a mano, telares usados por las mujeres mexicanas. Fueron remplazados y casi extintos por la modernidad de la mano de obra en una educación formal, cerrada o pautada por el arribo de los medios masivos de comunicación, la explosión demográfica y las tecnologías de la información.
Es así como llegamos a que nuestra educación se realice únicamente de forma escolarizada o presencial y para los más osados en la actualidad de una forma a distancia o semipresencial. Pero la importancia creciente de la informática y la aplicación de las redes de comunicación a través de Internet supone cambios importantes en los modelos de enseñanza que nos hacen llegar a una educación en línea o virtual. La educación en línea modifica la distancia y el tiempo, así como la forma de construir conocimientos.
Entonces así como sucedió con el arribo de la imprenta, es necesario adaptarse y adquirir nuevas habilidades y competencias que nos permitan tener el juicio crítico necesario para buscar, seleccionar, analizar, procesar, comunicar información.
Estamos transitando de una educación racional a una integral, de espacios de instrucción a espacios educativos. Donde los estudiantes son protagonistas de cambio, responsables de su aprendizaje, constructores de conocimiento y comunicadores con una multitud creciente de canales y medios.
Este proceso demanda intervenir para contribuir a que el estudiante migre de la heteronomía a la autonomía con éxito. Un estudiante que logra migrar con éxito, será sin duda alguien que aprenda a aprender para la vida, a tomar decisiones acertadas, a resolver problemas y a innovar en el mundo en el que se desenvuelve; así, el entorno virtual demanda que el estudiante pueda gestionar su aprendizaje.
El “estudiante en línea”, pasa de ser un estudiante pasivo, a ser proactivo: no espera a que el docente le indique lo que tiene que hacer; toma un papel activo al involucrarse en el proceso como responsable de su aprendizaje. Pero esta responsabilidad o autorregulación es de gran peso, ya que él determina dónde, cómo, cuándo, y cuánto estudia, otorgándole un papel protagónico dentro del proceso educativo.
El estudiante se enfrentará a desarrollar una actitud proactiva, a ser un agente activo y autogestor del mismo, a generar y potencializar estrategias que le faciliten la recepción y el análisis de la información. A desarrollar una actitud para trabajar en entornos colaborativos, a tener siempre presente que en esta modalidad los límites los pone uno mismo.
A aprender ser autogestivos, autocríticos y reflexivos, adoptar una actitud crítica y creativa, procesar la información para apropiarnos del conocimiento, Adaptarse al trabajo en un entorno cambiante, fortalecer la comunicación escrita, ya que el recurso principal para expresarse en la modalidad en línea. Dejar atrás los entornos competitivos, gestión y administración del tiempo, y potencializar nuestras habilidades de lectura y escritura.
En síntesis convertirnos en alfabetas digitales el autor nos menciona: “poder identificar cuando hay una necesidad de información; trabajar con diversas fuentes y códigos; saber manejar la sobrecarga de información y discriminar la calidad de las fuentes; organizar la información y utilizarla eficazmente; saber comunicar a otros la información encontrada.”(Cabero Almenara & Llorente Cejudo, 2008, pág. 13).
¿Cómo lo podremos lograr?... Identificar, controlar y manejar nuestras emociones, Comprender y responder con empatía para atender y entender a nuestros compañeros, y saber tratar a los demás y tratar de influir positivamente en el grupo.
El docente debe de conducir al alumno poniendo límites. Por ejemplo evitar que el alumno pretenda regresar al antiguo modelo educativo, donde pretende que todo se le explique, responsabilizando completamente al docente. Entonces debe de recordar que el formador guía, sugiere y orienta, mientras que el estudiante se apropia de la responsabilidad de su aprendizaje. Incluyendo su propia gestión del tiempo para que su participación no afecte el aprendizaje de sus demás compañeros, dejando todo hasta el final o al último momento.
El docente debe ser también un mediador entre la comunicación del grupo, ya que al realizarse de forma escrita será más delicada la interacción propensa a malentendidos en un futuro debido a simplemente malas redacciones u opiniones encontradas de distintos puntos de vista.
Finalmente se cree que al ser una modalidad no presencial será sencilla, esto muy alejado a la realidad donde el estudiante es el responsable de la gestión de tiempo para esta carga de trabajo que por ser a distancia no deja de tener un tiempo de entrega como cualquier trabajo escolar y que su propio limitante del estudiante es el mismo.
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